La editorial pacense El Verano del Cohete nos propone una edición ilustrada y bilingüe de la famosa balada de Goethe, El rey de los elfos (Der Erlkönig, 1782). En lo más profundo del bosque y de la noche, un jinete cabalga con su hijo en brazos, rodeado por la presencia amenazante del rey de los elfos y sus tres hijas… Para su composición, el genio de Weimar se inspiró, al parecer, en una antigua balada popular danesa de similar asunto (Elveskud ) recogida por Herder. Traducida por David Carril y prologada por Erica Couto, esta edición de El rey de los elfos tiene como punto destacado la ilustración de Borja González, que se extiende a lo largo de una veintena de páginas, narrando de manera gráfica y autónoma el texto literario. Se inserta así su labor artística en una larga tradición en la ilustración de este poema en concreto: Schwind, Sterner, Carolsfeld, Carus… [Goethezeitportal] El Verano del Cohete es una nueva editorial independiente de Badajoz, con apenas una año de historia y un puñado de títulos, donde prima la narrativa gráfica y la exquisita hechura del libro.
Aunque en modo alguno se pueda decir que la lírica de Goethe haya precisado de la música para extenderse o darse a conocer, es verdad que durante todo el siglo XIX su poesía ha sido cantera inagotable para los compositores del lied: ese género musical tan entrañable y exquisito que busca su ideal en la perfecta compenetración de música y poema, de pianista y cantante. Pocos compositores alemanes han desdeñado el lied (de Beethoven a Schönberg, lo han cultivado Schumann, Wolf, Brahms, Mahler, Strauss…); pero quizás sea Franz Schubert (1797-1828) el más destacado de todos ellos, por la cantidad y calidad abrumadora de sus canciones. El vienés puso música a numerosos poemas de Goethe, entre ellos a Der Erlkönig (1815): una obra maestra absoluta de la música occidental. Es difícil sugerir más en apenas tres minutos de música. El principio sagrado de la economía artística reina en cada compás, y antes incluso de que escuchemos la letra de la balada, el galopar desenfrenado del caballo -figurado en el acompañamiento pianístico- anticipa ya la tragedia. Sobre este ostinato rítmico de tresillos, el oyente atento distinguirá en los bajos un diseño melódico amenazante, una escala menor ascendente -confiada a la mano izquierda del pianista- que se quiebra en un arpegio. ¡Dibujo quizás del «zarpazo» del rey de los elfos para atrapar al infante! Por lo demás, la voz del cantante desgrana una historia en la que intervienen cuatro personajes: el narrador, el padre, el niño y el espíritu del bosque. La genialidad del compositor ha concebido distribuir a los cuatro «personajes» en tonalidades y registros levemente diferenciados, de tal manera que el cantante pueda caracterizarlos en su interpretación. ¡No todos lo consiguen!
Añado abajo dos enlaces para escuchar el lied de Schubert. El primero nos brinda la clásica interpretación del gran barítono Dietrich Fischer Dieskau, con subtítulos en español; la segunda (para los amantes de las animaciones), la del tenor Daniel Norman…
Reseña de Manuel Fernández Labrada