Las hipótesis del fracaso y otros cuentos, de O. Henry

El escritor estadounidense William Sidney Porter (1862-1910), más conocido como O. Henry, tuvo una existencia corta pero movida: ayudante de farmacia, ranchero en Texas, empleado de banca, delincuente, prófugo, presidiario… Salido de la cárcel, O. Henry buscó el anonimato instalándose en Nueva York, donde pudo dedicarse por fin a la literatura. Entre 1902 y 1910 escribió un elevado número de cuentos, que no lo hicieron rico aunque sí popular. La acuciante necesidad de escribir a destajo para ganarse el pan y la afición al alcohol pusieron un temprano punto final a su vida. De los varios centenares de cuentos que nos dejó, la editorial ovetense KRK nos ofrece ahora un conjunto de veinte, seleccionados, traducidos y prologados por Gema Vives. Una edición exquisita (es un verdadero placer tener el volumen entre las manos) que reúne una muestra representativa de los diferentes registros del autor, y donde no faltan ni los cuentos más conocidos ni otros —de interés— que permanecían todavía inéditos en castellano o estaban agotados.

No es preciso avanzar mucho en la lectura del libro para comprobar que la compleja y difícil experiencia vital de O. Henry aflora en cada una de sus páginas, aunque transmutada por una visión benévola de la realidad. El hecho de que permaneciera en prisión durante tres años quizás le ayudó a contemplar las debilidades humanas bajo un luz diferente, más tolerante. En muchos de sus personajes —incluidos los «menos recomendables»— late una bondad natural que los redime: unos secuestradores dispuestos a pagar, un gánster capturado por cumplir una promesa, un delincuente incapaz de robar a un niño… Como otros muchos escritores que vivieron a salto de mata, O. Henry no tuvo tiempo —quizás tampoco interés— para forjarse un estilo complejo, como —por ejemplo— el de su contemporáneo y homónimo Henry James, al que se permite aludir jocosamente en uno de sus cuentos. Tramas breves, sencillas y lineales, diálogos naturales como la vida misma, llenos de gracia y expresiones coloquiales, personajes urbanos modestos o marginados: polizontes a pie de calle, delincuentes y vagabundos, empleados de media paga, inmigrantes, artistas bohemios… Estas son las mimbres con que teje sus entrañables cuentos, donde no falta la chispa del ingenio en la voz del narrador. Todas las historias de O. Henry alcanzan su crisis en las últimas líneas, donde siempre nos aguarda una sorpresa, que en ocasiones invierte el sentido de la trama. Pero en lo que nunca hay sobresalto es en el destino final de sus personajes: invariablemente feliz, o cuando menos moral y justo. En la narrativa de O. Henry la Providencia nunca falla.

El cuento que da título al libro, «Las hipótesis del fracaso», es un texto inédito en castellano, según nos informa Gema Vives en su documentado estudio preliminar. El relato tiene como protagonista a un abogado especializado en divorcios, un tema genuinamente americano. La calculada ambigüedad de los diálogos nos mantiene engañados hasta el final. «La puerta verde» es un cuento de hadas protagonizado por un modesto vendedor de pianos con apellido extranjero, Rudolf Steiner, un joven muy amigo de las inesperadas aventuras que nos brinda la deriva urbana. La suerte, su buena voluntad y un equívoco propician el milagro. «El rescate de Gran Jefe Colorado» es uno de los cuentos más divertidos y logrados de la recopilación. Un asunto tan siniestro como el rapto de un niño da pie para desarrollar una aventura hilarante e ingeniosa, de un buenismo sin complejos. La pintura de ese enfant terrible de diez años que hace sudar tinta china a sus secuestradores es verdaderamente antológica. Muy popular en su país, «El rescate de Gran Jefe Colorado» es sin duda una pequeña obra maestra. «Sacrificio por amor» pone al descubierto la buena ley de una relación de pareja, una historia similar a la de «El regalo de los Magos», el cuento más popular de O. Henry, también recogido por Gema Vives en su edición. «Al cabo de veinte años» continúa con la tónica de conceder protagonismo a personajes modestos y típicos del medio urbano neoyorquino. Un delincuente cumplidor de su palabra y un policía escrupuloso certifican que los imperativos morales no escasean entre los desfavorecidos. Otro relato muy divertido y perfectamente construido es «El filtro amoroso de Ikey Schoenstein», un título irónico que encubre un sencillo triángulo amoroso donde la honestidad vuelve a tener el premio que se merece. En «El himno y el poli» O. Henry añade un vagabundo a su galería de personajes, un sin techo que sueña con una abrigada invernada en prisión. Pero no basta con ser malo, también hay que parecerlo. «Mientras el auto espera» es un delicioso relato escrito bajo la inspiración confesa de Las nuevas noches árabes de Stevenson. La habilidad de O. Henry para darle la vuelta a la trama en el último instante y dejarnos boquiabiertos alcanza aquí su cota más elevada: tres palabras bastan. Con «Jimmy Hayes y Muriel» y «La desaparición de Águila Negra» abandonamos temporalmente las calles de Nueva York para internarnos en la turbulenta frontera mejicana —un territorio que O. Henry conoció durante su etapa de ranchero—, con sus escaramuzas entre bandoleros y rangers. El extravagante protagonismo de una lagartija y el inverosímil caudillaje de un delincuente de medio pelo reducen la supuesta aventura a una exhibición de puro humor. Otro relato destacable es «Ni rastro del fantasma», una inesperada ghost story que le sirve a O. Henry para burlarse de una familia de nuevos ricos. Su discutible abolengo será puesto en tela de juicio por la inoportuna aparición del fantasma de un albañil. «La última hoja» es una fantasía sentimental, un tanto lacrimógena, en la que un acabado trampantojo da sentido a una vocación obrando una portentosa curación. En la vieja disputa entre la vida y el arte, O. Henry apuesta obviamente por la primera. Finalmente, me detendré en «Los caminos del destino», el relato más extenso de todos los recogidos por Gema Vives, donde O. Henry se aparta de su universo literario habitual para ofrecernos una aventura de tintes folletinescos con un desenlace dramático. Un joven poeta que ha sufrido un desengaño amoroso sale al mundo para conquistar la fama. Desarrollando este tópico tan manido, O. Henry logra una relato muy entretenido, rico en peripecias y situaciones rocambolescas.

Reseña de Manuel Fernández Labrada

«Digamos que ella y su marido no estaban precisamente a partir un piñón. Tienen incompatibilidad a punta pala. Las cosas que a ella le gustan, Billings no las querría ni regaladas con cupones. No son de la misma cuerda. Ella es una mujer educada en las ciencias y en las artes, y lee cosas en voz alta en reuniones culturales. Billings está fuera de esa onda. No aprecia el progreso, los obeliscos, la ética, las cosas así. El viejo Billings es duro de mollera para este tipo de cosas.» (Las hipótesis del fracaso, traducción de Gema Vives)

Acerca de Manuel Fernández Labrada

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