Somerset Maugham (1874-1965) fue uno de esos escritores famosos y prolíficos, mimados por el éxito, a los que faltó el reconocimiento de la crítica más exigente; quizás porque no le interesó infundir a su obra esa dosis de experimentación o complejidad que los mandarines literarios reclaman -no siempre con igual justicia- para conceder su bendición. Cualquiera que se acerque, sin embargo, a este magnífico libro que acaba de publicar Atalanta, quedará cautivado por la maestría de sus cuentos y novelas breves, género en el que supera con creces a sus trabajos más extensos y convencionales. Aparte de escribir novelas tan populares como Servidumbre humana (1915) o El filo de la navaja (1944), Maugham fue también un aclamado dramaturgo, así como un eficaz cultivador del libro de viajes, testimonio de una existencia nómada que pudo sostener gracias a sus grandes triunfos literarios y a los réditos de sus adaptaciones cinematográficas. Lluvia y otros cuentos (traducido por Concha Cardeñoso y prologado por Vicente Molina Foix) recoge un conjunto de doce relatos de variado registro y extensión, amenos y admirablemente escritos, con personajes convincentes y unos diálogos perfectamente trabados que revelan la mano experta del dramaturgo. Abunda en estos cuentos la ironía y el humor ácido, sobre todo cuando el autor se enfrenta a la intolerancia, a la hipocresía moral o a instituciones que le parecen falsas o vacías de contenido. Un cierto toque misógino y la predilección por ambientes exóticos y cosmopolitas completan el marco de estos magistrales relatos, que nos brindan en ocasiones el plus de un final inesperado, de una última pirueta que nos seduce y nos impele a iniciar inmediatamente la lectura del siguiente.
Se inicia el volumen con «La carta», un intrigante relato de corte policial, esmeradamente urdido, que parece pedir a gritos una adaptación cinematográfica (fue llevado a la gran pantalla en varias ocasiones). En su variado elenco de personajes, modelados con una admirable economía de medios, brilla con luz propia Leslie Crosbie, una femme fatal de raza (Bette Davis en el film de William Wyler). El segundo relato seleccionado, «El sacristán», es un cuento de hadas con un desenlace inesperado. El sacristán de una céntrica iglesia londinense ve comprometido su empleo al descubrirse que no sabe ni leer ni escribir. Una divertida ilustración de que «no hay mal que por bien no venga». «La nave de la ira» es una bienhumorada historia ambientada en los Mares del Sur, escenario recurrente en muchos textos de Maugham. Un inglés borracho y pendenciero naufraga en una isla desierta junto con la estricta hermana de un reverendo baptista. El final feliz de la historia apenas disimula la complacencia misógina del escritor. «El Mexicano Lampiño» es un cuento de espías ambientado en la Gran Guerra, un asunto que el escritor conocía de primera mano por haber trabajado ocasionalmente para el Servicio de Inteligencia Británico, experiencia que le impulsó a escribir toda una serie de relatos protagonizados por el sofisticado espía Ashenden. El interés del relato se condensa en la figura del repulsivo sicario que le da título (Peter Lorre en el film de Hitchcock, Secret Agent). Con una paradisíaca isla de coral como telón de fondo, «Red» es la historia de un idilio truncado del que se nos permite observar, muchos años después, un amargo corolario. Un cuento bellamente narrado, pero de un hondo pesimismo: la derrota de las ilusiones y sentimientos juveniles. El siguiente relato, «Don Sabelotodo», nos remite al ambiente cerrado y cosmopolita de las dilatadas travesías transoceánicas. La personalidad de Max Kelada, el más insufrible compañero de camarote imaginable, se verá iluminada por una luz insospechada tras un penoso incidente con un matrimonio norteamericano. «La bolsa de libros» está narrado en primera persona por un escritor -quizás el propio Maugham-, que escucha una confidencia sobre dos hermanos, Olive y Tim, unidos por un amor socialmente reprobable. Sin embargo, la condena del autor parece extenderse solo al matrimonio que, a modo de tapadera, contrae Tim con la jovencísima Sally, desencadenante del drama final. También en este relato la acción se desarrolla en una geografía exótica: una perdida plantación de caucho en Malasia. «Cosas de la vida», quizás el relato menos interesante de la colección (pero no el menos divertido), narra la primera experiencia de un joven británico en el disipado ambiente de un casino en Montecarlo. «La señora del coronel» es otra despiadada crítica del matrimonio, rechazado por Maugham como institución meramente formal, fundamentada en la hipocresía y el interés egoísta. Un exitoso -y demasiado sincero- libro de poemas se transforma en prueba de cargo en un caso de adulterio. No parece gratuito sospechar la malevolencia misógina de Maugham, que se ríe seguramente de esa escritora aficionada que ha triunfado por el morbo que despiertan sus imprudentes confesiones. En un tono similar al de «Don Sabelotodo», «La joya» es otra divertida fantasía que tiene como protagonistas a un solterón sibarita y a su nueva criada, una fámula eficaz y complaciente hasta extremos difíciles de creer. El arreglo final entre los dos personajes no puede ser ni más británico ni más irónico. «Lluvia» es uno de los textos más famosos del autor, una fábula sobre la intolerancia religiosa y la hipocresía moral. Ambientado en los Mares del Sur, concretamente en la asfixiante isla de Pago Pago, el relato nos muestra el duro enfrentamiento entre un misionero fanático (que ha reprimido y criminalizado la naturalidad edénica de los indígenas sujetos a su magisterio) y una chica de vida alegre que casualmente se cruza en su camino. El duelo entre los dos personajes avanzará, cruel e inexorable, hasta desembocar en un espeluznante final. Este magnífico relato fue llevado al cine en 1932 (con Joan Crawford en el papel de Sadie Thompson). El último relato recogido es el titulado «El P. & O.», un críptico encabezamiento que parece anunciar un relato de espías, pero que alude en realidad a una importante naviera inglesa (P&O Cruises), de la que Maugham se valió en muchos de sus desplazamientos. Un dramático y escalofriante suceso acaecido durante una travesía induce una bienhechora catarsis en una pasajera emocionalmente abatida. Un magnífico relato, con ribetes de fantástico, que pone un brillante punto final al libro.
Reseña de Manuel Fernández Labrada