El convento de Monsant (1916) es una breve y estimulante novela de aventuras, de singular sencillez y encanto, perteneciente al volumen sexto de la serie titulada Memorias de un hombre de acción, de Pío Baroja (1872-1956). Un antepasado del escritor guipuzcoano, Eugenio de Aviraneta e Ibargoyen (1792-1872), político y «conspirador» liberal, es el protagonista de esta dilatada saga aventurera, que se extiende a lo largo de veintidós volúmenes. Aunque suelen definirse estas Memorias como «novela histórica», sólo lo son en el particular modo que tenía Baroja de entender el género. En el caso concreto de El convento de Monsant, cuya acción transcurre durante la restauración absolutista de Fernando VII, en la denominada «Década ominosa» (1823-1833), Aviraneta sólo representa un papel secundario, y su identidad no se desvela hasta las últimas páginas.

Eugenio de Aviraneta (1792-1872)
En El convento de Monsant se nos relatan las peripecias de una aventura romántica: el rapto (o más bien liberación) de una joven recluida en un convento por la voluntad de un tutor autoritario e interesado. Una faena propia de liberales, desde luego, como lo son esa misteriosa triada de personajes que arriba de modo tan novelesco a la provinciana Ondara, una espléndida ciudad levantina emplazada a orillas del Mediterráneo. Procedentes de Grecia, de asistir al fin del mismísimo Lord Byron (su muerte en 1824 sería la fecha post quem para el desarrollo de la historia), deben extremar la cautela para no levantar sospechas en esa nueva España conservadora que todavía no ha terminado de ajustar cuentas a los héroes del trienio liberal… Así, veremos sobrevolar sobre todos ellos, sobre los liberales, la amenaza de «El ángel exterminador», una sociedad secreta ultraconservadora que pretendía restaurar, por medios violentos, la Inquisición y el absolutismo más extremo. Aunque la amenaza no llega a estorbar el remate de la aventura, sí se confirmará responsable del desarrollo ulterior de algunos acontecimientos, como se nos revelará en el epílogo: tres vibrantes epístolas (fechadas entre 1827 y 1831) que añaden un comentario filosófico a la historia y testimonian la viajera personalidad de Aviraneta. Este eco nostálgico de la aventura será el poso que nos quede a los lectores cuando, una vez concluida la historia, cerremos el volumen.
Siguiendo una acreditada convención narrativa, toda la novela es una crónica fiel de los hechos redactada por uno de sus principales protagonistas, Juan Hipólito Thompson, un inglés aventurero que acompaña a Aviraneta en sus correrías. Es comprensible, pues, que este extranjero no pueda ser un escritor relamido y pedante, hecho del que ya nos previene Baroja en su prólogo, y que también servirá de aviso al lector que pretenda encontrar en El convento de Monsant excesivos primores de estilo. Y es que los verdaderos aventureros no tienen ni tiempo ni ganas…
La editorial Caro Raggio, guardiana y difusora del legado de los Baroja, nos ofrece esta nueva y cuidada edición de El convento de Monsant, prologada por Justo Serna y adornada con una bella ilustración de cubierta, obra de Ricardo Baroja.
Reseña de Manuel Fernández Labrada