La editorial Eneida nos ofrece con este volumen una nueva entrega del escritor argentino Roberto Arlt (1900-1942), del que ya nos ocupamos hace unos meses, cuando reseñamos su novela Viaje terrible, publicada también en la colección «Confabulaciones». El libro que ahora comentamos, La extraordinaria historia de dos tuertos, recoge textos extraídos de dos importantes libros de relatos de Arlt: El jorobadito (1933) y El criador de gorilas (1951). Se trata de una selección muy variada, representativa de los diferentes intereses y modos de hacer literarios del escritor argentino: relatos fantásticos y realistas, peripecias crueles y truculentas, escenarios apocalípticos, personajes desclasados… todo lo que, en suma, constituye el mundo de Roberto Arlt. Creo que muchos de estos cuentos pueden leerse como parodias de especies narrativas populares: el relato de espías, policiaco, de ciencia ficción, de aventuras… géneros que el talento de Arlt vuelve del revés, dotándolos de una atractivo muy particular, de una gracia y originalidad innegables.
Los dos cuentos que abren la selección son parodias del «relato de espías». En el primero de ellos, «La extraordinaria historia de dos tuertos», el vendedor de ojos artificiales y anteojos nos recordará, en un primer momento, al siniestro Coppelius de Hoffmann. En el segundo, «La doble trampa mortal», asistimos a una especie de «justicia poética» que culmina en el aire. La mirada del personaje narrador, en la última escena, muestra un sadismo estremecedor. Con «La ola de perfume verde» cambiamos drásticamente de registro, introduciéndonos en los relatos catastrofistas de la ciencia ficción; en este caso, una especie de «nube púrpura» sin resultados letales. Si no fuera por su indudable originalidad y valor, el cuento parecería el resultado de una «lectura mal digerida» de Julio Verne. El curioso relato titulado «La pista de los dientes de oro» parece tener como referente las historias detectivescas de Conan Doyle, como lo atestiguaría el carácter estrambótico del título y la pista que conduce al descubrimiento del asesino: un indicio de una ridiculez extrema, claramente paródico. Es oportuno señalar a este respecto que, entre 1927 y 1928, Arlt escribió exitosas crónicas policiacas para el diario Crítica de Buenos Aires. Un nuevo cambio de registro se produce con «Los cazadores de marfil», un relato «de aventuras» que tiene su peripecia inicial en el río Congo y su resolución en una finca argentina. La nula conciencia moral de los protagonistas da lugar a una continuada serie de atrocidades y situaciones de humor negro. Al igual que en otros relatos en los que se pretende horrorizar al lector, la guinda se reserva para la última página: una «justicia poética» abominable. Un nuevo cambio de escenario acompaña al siguiente relato, «Las fieras», uno de los textos de mayor enjundia y más cuidadosamente escritos de la colección. Un voluntario descenso a los infiernos de la marginación porteña, donde el narrador se complace en mostrarnos una galería de perfectos canallas: jugadores, ladrones, sádicos, chulos, asesinos… ¡las categorías no son excluyentes! Una pintura negra, un aguafuerte escrito en el argot de los bajos fondos. Los dos siguientes relatos están ambientados en Marruecos, país que Arlt conocía de primera mano, pues entre 1935 y 1936 fue corresponsal del diario El Mundo. «Los bandidos de Uad-Djuari» es poco más que una broma benévola al estilo de Chesterton, que podría haberse inspirado en ella para añadir un capítulo más a su Club de los negocios raros. «La aventura de Baba en Dimish esh Sham» constituye una curiosa mixtura entre los cuentos de las Mil y una noches y las intrigas revolucionarias, donde no faltan ni traficantes de armas ni juicios sumarísimos. En estos dos relatos de ambientación africana se trasluce la fascinación que ejerció sobre Arlt el especial estatus cosmopolita de ciudades como Tánger o Fez, con su mezcla de barbarie y modernidad, y donde los espías de las diferentes potencias europeas se movían a sus anchas en el ejercicio de sus actividades secretas. Cierra la selección «La luna roja» (1941), uno de los relatos fantásticos más celebrados de Arlt, un anticipo apocalíptico y alegórico de las grandes convulsiones históricas que acompañaron los últimos años de vida del autor.
Reseña de Manuel Fernández Labrada