Aunque lo hayamos leído muchas veces y lo tengamos incluso repetido en la casa, resultará difícil resistirse a la tentación de traernos de la librería este exquisito volumen, editado en un caprichoso formato, diseñado quizás para que se introduzca fatalmente en el bolsillo interior de nuestro abrigo. A los atractivos dibujos que ilustran el relato, se suma el valor de ofrecer la primera traducción íntegra al castellano del texto marco -la tertulia de San Serapión- en el que se inserta el cuento. Bajo los supuestos nombres de Cyprian, Lothar, Sylvester, Ottmar, Vinzenz y Theodor -los cofrades de la «hermandad de San Serapión»- se esconden las identidades de destacados escritores y amigos del autor (Chamisso, La Motte-Fouqué, Contessa, Hitzig, Koreff y el propio Hoffmann), lo que nos permite asistir a un interesante diálogo preliminar sobre lo horrible en la literatura (incluido el vampirismo), con sugerentes valoraciones de autores como Michael Ranft (el autor de la célebre y macabra De masticatione mortuorum…), Byron, Kleist o Tieck.
A poco que sepamos de vampiros, descubriremos en seguida que la protagonista del relato, la bella Aurelie, es poco respetuosa con los cánones del género. Una vampira normalmente está muerta y se alimenta a costa de los vivos; pero aquí sucede precisamente al revés (lo que resulta, si cabe, más horroroso). Banquetes tan execrables como los que privan a la condesa Aurelie parecen más propios de brujas y demonios: así nos los describe Moratín en su Quema de brujas en Logroño, relato basado en crónicas y procesos reales de nuestro siglo XVII. «Vampirismo» es un relato de terror con al menos una escena pavorosa, y otros muchos horrores apenas insinuados, que el lector imaginativo podrá luego soñar y devanar a su capricho. El narrador -asegura Theodor, una vez escuchado el cuento- «se ha guardado de hablar de ciertas cosas y ha pasado a escondidas por otras, suscitando fugaces, pavorosas y terroríficas sensaciones que debemos agradecerle». Se afirma así la superioridad de la sugerencia sobre la evidencia, pues aquella pone en juego nuestros propios y ocultos terrores.
Siempre me ha llamado la atención el final de este relato: el hecho de que la locura del conde y su tremendo exabrupto no se produzcan en el mismo momento del descubrimiento, sino a la mañana siguiente. ¿Será porque los horrores nos resultan más insoportables a la luz del día? Es entonces cuando constatamos que las pesadillas se han convertido en realidad.
Esta nueva y completa edición de»Vampirismo» nos la ofrece la editorial Reino de Cordelia, en su colección «Paladares de Cordelia», traducida y anotada por Álvaro de Cuenca, prologada por Luis Alberto de Cuenca, e ilustrada por Toño Benavides.
Reseña de Manuel Fernández Labrada

Hoffmann fumando en pipa, dibujo suyo en una carta del 24 de enero de 1814