Relatos de tiempos críticos. Naturalismo germano: von Liliencron, Panizza, Conradi, Wedekind, Holz

Este pequeño volumen de Ellago Ediciones, que acabo de descubrir y de leer, fue publicado hace algunos años (2006), pero todavía está disponible y atesora un puñado de relatos de gran interés, escritos en las últimas décadas del siglo XIX. La etiqueta bajo la que aparecen agrupados –naturalismo germano– puede confundir al lector español. Según la traductora, Eva Fructuoso, estos relatos «sorprenden, en conjunto, por la violencia con la que están escritos, como si la aproximación a la realidad no fuese posible más que mediante una inmersión, un ‘lancémonos’ que le dejase a uno desnudo ante los hechos.» Algunos rasgos comunes a todos estos textos son la distorsión de la realidad, el humor ácido, la desmitificación, y en ocasiones una ruptura del discurso literario convencional. En El loco, de Detlev von Liliencron, asistimos a una escena bélica del conflicto franco-prusiano, cuya resolución pone en evidencia de manera simbólica (con el payaso bailarín) la locura de la guerra. El gabinete de figuras de cera, de Oskar Panizza, constituye el relato más extenso de la colección.  El narrador describe en primera persona su asistencia a un espectáculo de feria, a una exhibición de autómatas que representan diversas escenas de la Pasión de Cristo. El tono alucinado y grotescamente cómico, así como la irreverencia son rasgos característicos de Panizza, que en su atención a los autómatas y a su componente siniestro e inquietante sigue los pasos de Hoffmann. El brevísimo texto de Hermann Conradi, Una noche de primavera, parece ser solo una burla del «sehnsucht» romántico. El siguiente relato, Rabí Esra, de Frank Wedekind, logra su comicidad a través de los cínicos consejos que un padre da a su hijo a la hora de buscar la esposa ideal, que parecen subvertir los preceptos de la religión mosaica. Finalmente, en El primer día de escuela, de Arno Holz, reconocemos el texto formalmente más innovador de la colección, aliñado con un lenguaje vulgar cuidadosamente reproducido, onomatopeyas chirriantes y desaforadas, y un desarticulado monólogo interior que es casi stream of consciousness. El primer día de escuela del «pequeño Jonathan», víctima de la violencia escolar y de un ambiente brutal, feo y enloquecido: una diminuta y descarnada Odisea.

Reseña de Manuel Fernández Labrada

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