La reciente publicación por la editorial Funambulista de La leyenda de una casa solariega (1899) nos brinda una inmejorable oportunidad para acercarnos a la vida y obra de la gran novelista sueca Selma Lagerlöf (1858-1940), Premio Nobel en 1909 y autora de títulos tan leídos en España como La saga de Gösta Berling o El maravilloso viaje de Nils Holgersson a través de Suecia. La propuesta no puede ser más atractiva: una historia de amor entre dos jóvenes, trufada de obstáculos y distancias, ambientada en el salvaje paisaje del Värmland sueco, y que tiene como leit-motiv la música de un violín.
Esta novela refleja, al menos en parte, un dramático episodio de la vida de Lagerlöf: la pérdida de su casa familiar de Mårbacka, que sólo veintidós años después pudo recuperar con el auxilio económico que le reportaron sus logros literarios. Gunnar Hede, el protagonista de la novela, es un estudiante universitario, refinado y soñador, que tiene abandonada la carrera en beneficio de su gran pasión por la música. Enterado de que la ruina amenaza su casa de Munkhyttan, y que puede ser vendida, abandona los estudios en Uppsala y se hace vendedor ambulante (como su abuelo), para poder redimir con sus ganancias las deudas que pesan sobre la propiedad. Pero resulta evidente que este distinguido joven, cuya mayor delicia es tocar sin interrupción el violín, no está preparado para un trabajo de tales características. Su traumática experiencia con el rebaño de cabras aprisionado en la nieve (una estampa verdaderamente terrible), junto con el abandono de su prometida, le hacen perder la razón; y aunque la finca de su madre se salva, Gunnar se convertirá en un miserable vagabundo trastornado del que todos se ríen, y al que apodan “el Chivo”, en razón de sus cómicas fobias con los animales. La locura no le impedirá, sin embargo, oficiar de Orfeo y sacar literalmente de la tumba a una huérfana desvalida, Ingrid Berg, a la que “resucita” con la ayuda de su violín…
Como lo anuncia su título, la novela tiene un aire decididamente legendario, y en ocasiones, hasta fantástico, sobre todo en las ensoñaciones de Ingrid, como la relativa a la visita de la Señora de la Pena, con su cohorte de murciélagos y ropas de duelo, convincente alegoría del sufrimiento y la pérdida de toda esperanza. La alusión a la melodía de El cazador furtivo (la ópera fantástica de Weber, de 1821), que abre y cierra el periodo de alienación del protagonista, parece subrayar también ese aura fantástica que gravita sobre gran parte de la novela. Fantasía y locura ocupan con frecuencia, al menos en la geografía literaria, territorios limítrofes.
La leyenda de una casa solariega, traducida bellamente por Elda García-Posada para la editorial Funambulista, cuenta con un interesante postfacio de la misma traductora, donde se profundiza en las claves literarias y autobiográficas del texto.
Reseña de Manuel Fernández Labrada
La he terminado hoy mismo y me ha encantado; nunca antes leyera nada de Selma Lagerlöf, pero lo cierto es que merece la pena. Una historia sencilla y a la vez profunda, muy humana y con un estilo que en lo personal me fascina.
Saludos, buena reseña!
Gracias por tu comentario. Completamente de acuerdo en tu valoración de la novela. Creo que, exceptuando los títulos más conocidos, quedan todavía otros muchos textos de Lagerlöf que merecerían recuperarse en castellano, y que sólo podemos leer en ediciones antiguas. Un ejemplo: El anillo del general (editorial Cervantes, 1930), una novela de corte fantástico en torno a un robo sacrílego y su correspondiente maldición…