No siempre la literatura nos llega a través del libro, las palabras en letras de molde. La lírica, sobre todo, tiene una larga y venerable historia de tradición oral: desde los rapsodas homéricos a los cantautores actuales… No está nada mal recordar que la poesía, en virtud de sus componentes rítmicos y fónicos, ha sido compuesta más para ser escuchada que leída. Cumple su vocación, alcanza su más alto grado de eficacia cuando las palabras se hacen sonido… Es verdad que todos podemos pronunciarla en voz alta, para nosotros mismos, y recrearnos en sus valores sensoriales. Pero ¡qué placer cuando alguien nos interpreta un poema con sentimiento y saber!; y sobre todo si es un verdadero artista, un rapsoda capaz de obrar el milagro de convertir las palabras en música, de hacerlas volar, de ocupar su espacio en el aire, en el tiempo… ¡Una música significante!
No es otra cosa la que nos brinda Luscinia Discos , que con estos Poemas de locura, amor y muerte abre su ya ecléctico catálogo a la literatura, a la poesía… Un ramillete de poemas que nos viene ahora en alas del viento, «aprisionados» —para nuestro disfrute— en un cd, e interpretados por el saber y la palabra de Francisco Ruiz-Ruiz de León, Premio Nacional de Declamación: un rapsoda dueño de una recitación vigorosa y elocuente, con un amplísimo registro de matices y una voz de timbre perfecto y atractivo.
El conjunto de poemas que se nos ofrece abarca un dilatado espacio de tiempo, que se extiende desde el Barroco hasta hoy mismo: de Calderón a Leopoldo María Panero, pasando por poetas tan diversos como Espronceda, Machado y José Hierro. Un lugar de privilegio en la selección lo ocupan los grandes líricos del 27, como Lorca, Cernuda, León Felipe o Aleixandre. Tampoco falta una pequeña representación de bardos americanos: Darío, Nervo, Pablo Neruda o Emilio Ballagas; o incluso una bella composición del propio intérprete, Ausencia. Una amplia muestra de lo mejor de la poesía en lengua castellana, a través de una gran variedad de metros y registros, donde poemas muy emotivos alternan con otros más discursivos, y los versos más populares dejan paso a otros, quizás, menos conocidos, pero cuyo descubrimiento será fuente segura de gozo para el oyente. Una sabia mezcla — e inteligente secuenciación— que permiten a Francisco Ruiz-Ruiz de León poner en juego una notable variedad de recursos expresivos; y al oyente, llegar hasta el final del disco con el convencimiento de haber disfrutado de un genuino contacto con la poesía. No está de más subrayar que esta exquisita edición de Luscinia, que viene acompañada por numerosas ilustraciones del intérprete, Francisco Ruiz-Ruiz de León, reproduce el texto de todos los poemas. Sí, también el libro, pero convertido en partitura.
No se puede terminar esta breve reseña sin aludir a la «otra música», la que en la edición de Luscinia acompaña a algunos de los poemas recitados por Francisco Ruiz-Ruiz de León. Autores clásicos (Schumann, Tárrega) junto con otros más actuales, como Carlos Izquierdo y José Ojeda (artistas del sello Luscinia Discos), aportan unas composiciones que se funden de manera armoniosa y eficiente con los poemas. No es nada fácil ni baladí conseguir esa simbiosis, lograr que las «dos músicas» —exigentes como reinas— colaboren sin hacerse sombra. Esto no son canciones. Aquí cada discurso —verso y melodía— reina de manera soberana, y la labor de encaje que ha permitido que coexistan felizmente es digna de admiración.
Para finalizar, un recuerdo, el de la primera vez que asistí a un recital de poesía. Fue en el salón de actos del colegio. Nos advirtieron que era algo muy especial, y que en «nuestra ignorancia» tuviéramos buen cuidadito de no reírnos. Cuando luego salió el intérprete al escenario y comenzó a recitar (recuerdo que uno de los poemas era El Piyayo), ¡qué gran impresión nos produjo! No se escuchó ni una sola risa. Poemas ya habíamos leído, e incluso recitado alguno en la clase, pero aquello era algo muy diferente. Algo nuevo que nos dejaba una profunda huella, y que luego intentaríamos imitar, medio en broma, medio en serio, cada vez que nos cayera algún verso entre las manos…
Reseña de Manuel Fernández Labrada
Estupenda tu reseña y gracias por la información. Según iba leyéndola pensaba que quizá los libros de poesía tendrían que ser CDs de poesía recitada por los mejores declamadores porque, como bien dices, la lírica tiene una larga tradición oral. Está claro que la poesía conquista mucho más por el oído que por el ojo. Un saludo
Gracias por tu comentario. ¡Coincidimos plenamente! Un cordial saludo